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miércoles, 19 de febrero de 2020

Nuestra mayor motivación - Neil Anderson

Nuestra mayor motivación

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Prov. 1:7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Adorar a Dios es reconocer Sus atributos divinos. Él no necesita que le digamos quién es. Necesitamos mantener nuestras mentes renovadas a la realidad de Su presencia. Observa cómo se menciona esto en 2 Cor 5:9-11 “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres”

Dándonos cuenta de que Dios conoce los pensamientos y las intenciones del corazón, debemos estar motivados a vivir nuestras vidas para complacerlo. Algún día vamos a estar de pie frente a Él y daremos cuentas. El juicio del que Pablo está hablando en este pasaje no es para castigo, sino para recompensas. No tememos a Dios por la posibilidad de un castigo: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1Juan 4:18) Nosotros ya hemos sido juzgados en cuanto a dónde pasaremos la eternidad. Pero cómo pasaremos la eternidad depende de cómo respondemos a Dios en esta vida.

Personalmente no quiero cojear hacia el cielo y escucharle a Él decir: “bueno, está bien, adelante” yo quiero estar delante de Dios un día y escucharle decir: “bien hecho, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor” esa es la motivación más grande en mi vida. De niño no temía las nalgadas de mi padre tanto como temía ser responsable ante él y enfrentar su decepción. No estoy decepcionado con Dios y ciertamente no quiero que Él se decepcione de mí.

Por Neil Anderson

ORACIÓN Señor, haz que la realidad de mi salvación eterna me motive a una obediencia en agradecimiento de todo corazón hoy, en el nombre de Jesús, amén.

viernes, 7 de febrero de 2020

Having a faith that works

Having a faith that works   Sant 2:14, 24 My brethren, what will he take advantage of if anyone says he has faith, and has no works? Can faith save him? ... You see, then, that man is justified by works, and not only by faith. Many false teachers say you can earn your salvation by doing good works. Most Christians understand the heresy of that teaching, but some are confused when they read that man is justified by works and not only by faith (James 2:24). That seems to conflict with Paul's teachings on the Salvation by grace through faith. But when understood correctly, James's teaching of salvation is perfectly consistent with Paul's. Paul clearly taught salvation by grace. In Ephesians 2: 8-9 he says: “Because by grace you are saved through faith; and that not of yourselves: it is the gift of God; not by works, so that no one will boast ”But Paul also taught that true salvation results in good works, because in the following verse it says:“ Because we are his workmanship, created in Christ Jesus for good works, which God prepared beforehand for us to walk in them ” In Titus 3: 5 it says that God saved us, not by works of justice that we would have done, but by his mercy, but Titus 2: 11-12 clarifies that God's grace leads us to renounce impiety and worldly desires and to live sensibly, fairly and piously in the present age. That is the right balance between faith and works. James also taught salvation by grace. He said that God redeems sinners by the Word of truth and implants His Word within them to enable them in the progress of holiness (James 1:18, 21). That is a divine work, not a human effort, James 2: 14-24 continues to tell us how we can know that the work has taken place: there will be more than just a proclamation of faith but a faith that does good works. Do not be confused by how faith relates to good works. Put them together as a living testimony of God's saving grace. By John MacArthur

Teniendo una fe que obra

Teniendo una fe que obra Sant 2:14, 24 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? …Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Muchos falsos maestros dicen que puedes ganar tu salvación haciendo buenas obras. La mayoría de los cristianos entienden la herejía de esa enseñanza, pero algunos se confunden cuando leen que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe (Sant 2:24) Eso parece entrar en conflicto con las enseñanzas de Pablo sobre la salvación por gracia mediante la fe. Pero cuando se entiende correctamente, la enseñanza de Santiago de la salvación es perfectamente consistente con la de Pablo. Pablo claramente enseñó la salvación por gracia. En Efesios 2:8-9 él dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Pero Pablo también enseñó que la verdadera salvación resulta en buenas obras, porque en el siguiente verso dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” En Tito 3:5 dice que Dios nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, pero Tito 2:11-12 aclara que la gracia de Dios nos lleva a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos y a vivir con sensatez, justa y piadosamente en la edad presente. Ese es el balance correcto entre la fe y las obras. Santiago también enseñó la salvación por gracia. Él dijo que Dios redime a los pecadores por la Palabra de verdad e implanta Su Palabra dentro de ellos para capacitarlos en el progreso de la santidad (Sant 1:18, 21) Esa es una obra divina, no un esfuerzo humano, Santiago 2:14-24 continúa diciéndonos cómo podemos saber que la obra ha tenido lugar: habrá más que sólo una proclamación de fe sino una fe que hace buenas obras. No te confundas por cómo se relaciona la fe con las buenas obras. Ponlas juntas siendo un testimonio vivo de la gracia salvadora de Dios. Por John MacArthur